Carlos Alcaraz, el chico maravilla del tenis, sigue elevando su figura. La cinematográfica consagración del español en Wimbledon, el certamen de tenis más prestigioso del mundo, al derrotar en la final a una leyenda como Novak Djokovic en cinco sets, lo ubica en un sitio de honor y, de la mano de ese nuevo estatus, llegan los flamantes compromisos, claro. Tras las casi cinco horas (4h43m) que duró la definición ante el serbio en el centre court del All England, Carlitos atendió decenas de obligaciones y llegó pasadas las 23 de Londres a la tradicional cena de los campeones, una suerte de última función que glorifica y engalana a los tenistas que, en cada categoría, llegaron a la cima.